jueves, 1 de marzo de 2012

Carta a mi amor imposible....

Como todas las mañanas, antes de clases, me encontraba observándote. Tu cabello rubio, tus ojos de medianoche (que bien podrían distraer a mas de una) y también se encontraba aquella tentadora sonrisa con la que siempre mantenías a mi mente ocupada.
Y ahí de tonta, estaba observando cada movimiento que producían aquellos labios…. Labios que más de una vez me habían hecho ilusionar con  el sueño/idea de rosarlos con los míos unidos en una fina danza….  
Mas yo sabía muy bien que todos aquellos pensamientos se quedarían en solo eso, un pensamiento de una chica enamora que jamás podrá estar con la persona que quiere.
Por un momento tu mirada se fijó en mí, aparté mi vista casi un segundo después que posaras aquellas medialunas en esta simple mortal que te observaba casi con devoción.
Mi amiga había estado hablando como 15 minutos, sobre un problema que tenía con su amado, ella creía que la escuchaba mas yo solo la oía hablar y hablar con aquella voz desafina que la distingue tanto y yo solo asentía dándole la razón, sabía que, más que un consejo, ella quería que le diese la razón en lo que sea que estuviese diciendo.  
Fue entonces cuando una campana sonó, cientos de alumnos bufaron y mi amiga chasqueó los dedos frente a mi volviéndome a la realidad ya que en mi mente creaba un universo paralelo en donde tú eras el caballero que me rescataba de mis horribles hermanastras… en vez de ser el chico las lindo de la secundaria que nunca me volteará a ver con los ojos que yo lo observo.
-Pareces distraída – me dijo. Inmediatamente después de tomar mi bolso volví a fijar mi mirada en ti, ella siguió mi mirada y soltó un suspiro – No sé que le ves, es un bueno para nada, un idiota y un mujeriego de primera. En pocas palabras: Alguien que no es bueno para ti – “Alguien que no merezco” dije para mis adentros.
Caminé hacia mi aula resignada, ese pensamiento había causado que la poca esperanza que tenía que tú mágicamente estuvieras enamorado de mí cayera al suelo como si me intentará matar a mi misma…. Ese pensamiento me rompió el corazón que alguna vez me hubiera gustado poder ofrecerte, pero nunca será suficiente para ti…
Entonces empezaron las 4 peores horas del día… las 4 horas que no puedo verte aunque sea de lejos, tu estáis en otra aula y tengo que conformarme con la idea de que estas al lado de la pared, cerca de mí… aunque a la vez lejos…
Entre Matemáticas e Historia, escribía breves poemas y pensamientos, con la única inspiración que necesitaba, tu recuerdo. Garabateé varias veces tu nombre junto al mío, los combiné y varias veces escribí mi nombre con tu apeido, al final escribí un gran corazón con tu nombre y varios corazoncitos alrededor. Me sentí demasiado aniñada e infantil al hacerlo ya que si algún día lo veías jamás podría volver a verte al rostro sin morirme de vergüenza.
Sonó la campana, fui la primera en salir –prácticamente huyendo del salón – hacia el patio nuevamente.
Corrí por los pasillos, tropezándome con varias personas y fue en eso que accidentalmente derribé a alguien y mis cosas salieron volando de mi alcancé. Levanté la vista para encontrarme con unos ojos hipnotizadores, profundos y negros, mirándome con cierta curiosidad, sosteniendo con su mano ¿mi libreta? ¿La libreta que había garabateado hoy? Agachaste su mirada para leer lo que había escrito, me abalancé sobre ti para impedir que leyera aquello, pero era demasiado tarde…
Una media sonrisa se cruzó por tus labios. Abriste aquellos perfectos labios  que tanto había observado el último año. Pero antes de que pudieras pronunciar una palabra, tomé mi libreta y mis cosas y salí huyendo del lugar.
Llegué al aparcamiento, golpeé mi cabeza sobre el volante de mi auto una y otra vez. Había sido tan tonta.
Unos golpes en mi ventana llamaron mi atención, no me había dado cuenta que a causa de la ira habían salido pequeñas gotas de mis ojos. Abrí la ventana  y observé  (nuevamente) tu mirada cautivadora. Parecías pensar en que decirme y la rabia no me hacía pensar con tranquilidad. Murmuré un “¿Qué necesitas?” y escuché un “No sé qué decirte”
-No necesitas decirme nada –la rabia habló por mi – Solo no sientas lastima por mí, ¿Vale? Sé que no me correspondes este sentimiento, así que simplemente vete y déjame en paz – era la primera vez en todo el ciclo escolar que te dirigía la palabra y lo estaba arruinando, lo sabía y no me importaba.
-No lo haré –esa respuesta me tomó por sorpresa y no pude evitar soltar un suspiro – Por dos razones –explicaste – La primera, porque tomas conclusiones sin conocer la verdad  - “Buen punto” me burlé en mi interior – Segundo – tomaste mi rostro en tus manos obligándome a mirarte inclinado sobre la ventanilla del auto – Porque no quiero alejarme de ti ahora que sé lo que sientes por mí – murmuraste antes de unir nuestros labios en un cálido beso…
En este momento era el típico: “Y me caí de la cama” “Sonó el despertador” pero no, esto era real y lo sabía, era lo más real que había sentido en cientos de días al soñarlo.
¡ERA REAL!
-Te amo, siempre te he amado. Pero nunca seré lo suficientemente bueno para ti…. Por eso nunca me acerqué a decirte este que siento…. Pero ya no puedo ocultártelo…. Ya no –murmuraste entre beso y beso que me diste –
Y así comenzó mi historia de amor contigo…
Te amo….

2 comentarios:

  1. Tan sencillo y a la vez profundo, digno de sonrisa por parte de esta máscara de piedra que es mi rostro. Imposible de hacer correcciones pues la simplicidad y la sencillez también muestran a veces lo mas profundamente entregado que puede ser un corazón joven y aun lleno de vida.

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    1. Gracias, Ángel de Gaia. Es un honor recibir comentarios de un autor como tú.

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